Ingredientes (para 10-12 raciones):
1 Kg. de queso crema tipo Philadelphia
7 huevos grandes
400 grs. de azúcar
500 ml. de nata para montar
1 cucharada de maicena (30 grs.)
Elaboración:
Precalentamos el horno a 210 grados con calor arriba y abajo y sin aire.
Preparamos el molde. Para estas cantidades, yo he utilizado un molde desmontable que mide 26 centímetros de diámetro. Cogemos una hoja de papel de horno o papel vegetal y lo ponemos en la base del molde. Lo arrugamos y lo humedecemos, si hace falta, para que sea más maleable y lo ponemos sobre el molde para que no se nos pegue la tarta y nos ayude luego a desmoldarla.
Y ya tenemos el molde preparado.
A continuación preparamos el pastel. Ponemos todo el queso crema en un bol grande y añadimos el
azúcar. Mezclamos bien con unas varillas eléctricas, ó en caso de no tenerlas, podemos usar varillas manuales y lo mezclamos todo sin batir demasiado hasta que
nos quede una crema. El objeto de no batir demasiado es para no meterle mucho aire, solo mezclar los ingredientes.
Vamos añadiendo los huevos, y mezclamos bien para incorporarlos uno a uno. Incorporamos la maicena y mezclamos de nuevo.
Finalmente añadimos la nata poco a poco sin dejar de mezclar.
Cuando todo esté bien mezclado ya tenemos preparado nuestro pastel.
Vertemos el pastel al molde que teníamos preparado, le damos unos golpecitos en la encimera para que se quede bien asentado y alisamos la superficie con la ayuda de una espátula.
Lo metemos en el horno, más bien en la parte de abajo y lo horneamos a 210 grados con calor arriba y abajo y sin aire durante 45 minutos.
A los 30 minutos de
horneado aproximadamente, ya lo vamos observando y cuando lo veamos doradito por encima, le podemos poner papel de aluminio para
que no se nos queme e incluso, si nuestro horno es muy potente, bajar la temperatura un poco, a 180º ó 190º y lo mantenemos así hasta completar los 45 minutos. Puede ocurrir lo contrario, que no tengamos que tocar el horno y mantener la misma temperatura durante todo el tiempo.
El tema del horno, ya lo hemos dicho en otras recetas, "cada horno es un mundo" y el gusto de cada uno lo mismo. Mi consejo es que vayamos experimentando cada uno con nuestro horno y los tiempos de cocción, y, vayamos corrigiendo las temperaturas y los tiempos y que cada uno le dé el punto que más guste a sus seres queridos.
Pasado el tiempo, apagamos el horno y dejamos que la tarta se enfríe dentro del mismo con la puerta entreabierta durante cuatro o cinco horas.
Una vez fría la sacamos, la cubrimos con papel de aluminio y guardamos la tarta en el frigorífico durante toda la noche.
Por la mañana la desmoldamos. Abrimos el molde, retiramos con cuidado el papel de los bordes y la llevamos a un plato con la ayuda del papel del fondo. Para quitar el papel, levantamos un poquito con una espátula grande y vamos retirándolo con mucho cuidado. Ya la tenemos lista para disfrutarla.
Si no la vamos a consumir inmediatamente la cubrimos de papel de aluminio y la guardamos en el frigorífico sacándola como una hora antes de consumirla al objeto de que se atempere y consumirla a temperatura ambiente que es como está más sabrosa. A la hora de servirla la podemos espolvorear de azúcar glass con la ayuda de un colador, podemos ponerle por encima mermelada de frutos rojos, mermelada de frutas del bosque, ahí ya entra el gusto personal de cada uno, yo en este caso la he espolvoreado con azúcar glass.
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